Aún sigo en modo Pascua, y para el tema que ha propuesto Mariela de Inspirada por mis amores en este mes de abril me viene muy bien.
El verano pasado durante mis vacaciones compré en la mercería de mi pueblo cintas, bieses, picunela, bobinas de hilos, ovillos de lana y de algodón, botones... la única mercería que quedaba y estaba en liquidación porque cerraba: Gabino, una tienda de toda la vida.
Con las restricciones por el virus, al principio, me costaba mucho tiempo; al final opté por ir a primera hora de la tarde, eso sí, con un poco de calor pero apenas había gente, así que la chica me atendía con santa paciencia y con una gran simpatía despachando que si un metro de esto, que si dos de aquello, que ahora rojo, rosa, azul, verde...
Regresé a Madrid provista de un buen equipamiento para mis labores. Y aquí estoy, aprovechando mis compras veraniegas, eso sí, con un poco de pena porque la verdad es que la mercería Gabino tenía casi todo.